Me lo merezco
“Termina tus tareas para que puedas ver televisión”. “Ordena tu cuarto y luego puedes salir a jugar al parque”. “Come todo tu plato y te compro un helado”. ¿Te suena familiar?
Seguro que sí, porque la mayoría de nosotros fuimos criados con condiciones como éstas y como la mente no juzga y solo incorpora, hoy pensamos que para conseguir A debemos de haber hecho B.
En otras palabras, aprendimos a “merecer” como condición para ser o tener. Cuando éramos chicos, eran nuestros padres quienes determinaban si éramos merecedores o no, y ahora, ya de adultos, la responsabilidad quedó en nuestras manos.
El merecimiento, es el derecho que solo yo, puedo darme, para recibir algo. Es la primera condición para crear una realidad en nuestra vida, ya que cuando creemos que merecemos algo, luchamos con uñas y dientes hasta conseguirlo.
Por otro lado, solamente lo que permites, continua. Si permites algo, es porque piensas que lo mereces. Aunque te quejes de que tu pareja te trate mal, de que en tu trabajo te paguen poco, eres tú el que permite que suceda.
Hay que tener claro, que el merecimiento es un atributo y una responsabilidad individual. Esto significa, que si yo pienso que merezco una pareja que me trate bien, simplemente no toleraré una que me trate mal. No es responsabilidad del otro tratarme “como yo me merezco ser tratada” por que cada uno tiene libre albedrío. Sí es mi responsabilidad filtrar de mi vida a las personas que no me tratan según mis estándares de merecimiento.
Muchas veces arrastramos creencias sobre lo que merecemos que ni siquiera hemos cuestionado, sólo las adoptamos de la familia, del entorno, etc. Comienza por revisar tus creencias de merecimiento puedes preguntarte: ¿Qué es lo que quieres y aún no tienes?, ¿Qué regla había en tu casa en cuanto al merecimiento?, ¿Qué piensas que mereces?, ¿Mereces tener dinero?
Atrévete a sentirte merecedor de lo que quieres de una vez. Comienza por tratarte bien, ¡porque te lo mereces! Comprométete contigo mismo a:
- Tener tu cuarto y oficina ordenados.
- Hacer ejercicio.
- Dormir el tiempo que necesites.
- Darte tiempo para hacer lo que te gusta.
- Dejar de ver a las personas que te generan emociones negativas, no las necesitas.
- Agradecer por las cosas buenas que te suceden, en lugar de sentirte culpable.
- Aceptar que el dinero es una bendición, en lugar de verlo como algo malo.
En poco tiempo vas a ver como tu entorno y realidad comienzan a cambiar.
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