Los hábitos no desaparecen, se transforman.
¿Cuánto tiempo te tardaste para decidir si entrabas a Facebook? Seguro ni siquiera lo pensaste porque ya es un hábito y como miles de otros hábitos, nos lleva a la acción prácticamente sin preguntarnos si ¿queremos o no?.
La naturaleza eficiente del cerebro convierte la mayor cantidad de conductas en hábitos, esto nos permite realizar de manera automática comportamientos rutinarios como: caminar, respirar, elegir qué comer, revisar nuestro celular, etc.
La ventaja es que así podemos enfocarnos en temas más relevantes, solucionar problemas o materializar ideas; la desventaja es que también incorporamos hábitos que nos perjudican, ya que el cerebro no distingue entre bueno y malo.
Los hábitos son tan poderosos que dejan de lado la lógica y el sentido común. Cuando un hábito aparece, jamás desaparece; solo puede ser transformado o ignorado. Si no te gusta un hábito puedes transformarlo, descomponiendo el circuito en sus tres partes:
I) Estímulo: Puede ser cualquier cosa, una emoción, un lugar, una persona etc. que hace que aparezcan ganas intensas por hacer algo.
II) Rutina: Es una conducta que me va a llevar a obtener eso que quiero.
III) Recompensa: Cualquier cosa que me genere un bienestar momentáneo, desde un chocolate, atención, un descanso, un beso, que me digan que linda, los likes, etc.
Veamos un ejemplo:
I) Estímulo: Estar sentado tres horas frente a la computadora genera aburrimiento, para vencerlo siento ganas de
II) Rutina: Comer un chocolate.
III)Recompensa: El chocolate me hace olvidar del aburrimiento.
Normalmente, lo único que tenemos mapeado del circuito, es la rutina. Por eso, cuando hablamos de un hábito solo nos referimos a la rutina: “quiero dejar de fumar”, “quiero tomar agua”. Afortunadamente es la parte que sí podemos cambiar del hábito. El reto es reconocer cuál es el estímulo y la recompensa.
En el ejemplo, si la recompensa que busco es interrumpir el aburrimiento, necesito una rutina que me lleve a ésta recompensa. Así, en lugar del chocolate, puedo conversar con alguien o revisar mi Facebook.
Para crear un hábito, necesitas generar un estímulo y una recompensa. Si quieres hacer deporte por la mañana, deja tu ropa de deporte junto a tu cama, como estímulo y tu recompensa puede ser un batido o simplemente el bienestar que sentirás luego.
Para mantenerte motivado y vencer la incomodidad que pueda surgir los primeros días, recuerda los beneficios que el nuevo hábito aportará a tu vida. En menos de los pensado tu cerebro comenzará a ansiar la recompensa y la rutina elegida será automática.
Gizella Rizo Patrón
José Rodriguez
9 Mar 2017Muy bueno! Entendible! Para la aplicacion!
Gizella Rizo Patrón
9 Mar 2017Gracias Jose, ojalá te sirva!