Te acepto, así como eres.
Llega un momento en la vida de todo ser humano en el que por fin se da cuenta que las únicas decisiones que él o ella pueden tomar solo son las decisiones de su vida y de nadie más.
Este momento puede partir de una experiencia dura, pero al mismo tiempo produce una gran liberación y hace que por fin, dejemos de cargar con la responsabilidad por los resultados de las vidas ajenas y nos permite enfocarnos en nuestra vida.
Si este momento aún no ha llegado en tu vida; yo, de todo corazón, te recomiendo que lo apresures. Finalmente, es tu decisión, porque el único que decide sobre tu vida, eres tú. Y yo, ya lo acepté y te acepto a ti tal y como eres. Te prometo que no intentaré cambiarte.
Y no te confundas, yo soy una ferviente creyente y admiradora de la capacidad que poseemos los humanos para cambiar y construir la vida que queremos. No me lo han contado, he tenido la suerte de acompañar estos cambios muy de cerca desde mi profesión (psicóloga y coach) y además he conocido personas que decidieron cambiar y encontraron la manera de hacerlo solos.
Pero el cambio en la vida de otra persona, no es tu decisión, es la decisión de cada uno. Y esto tenemos que aceptarlo. Tú puedes: aconsejar, sugerir, recomendar, con la mejor intención del mundo, pero finalmente, quién decide es el otro.
Intentar cambiar al otro, cuando éste no quiere, es algo así como tratar de barrer la arena del mar. Te va a demandar un montón de energía, te va a agotar y no vas a lograr nada.
Mejor utiliza tu energía y tu tiempo valioso en algo más productivo. Y no caigas, por favor, en el error de pensar que el otro va a cambiar por ti.
Razones por las que no puedes cambiar al otro:
- El cambio del otro, no es tu decisión es la decisión del otro.
- La decisión del otro, no está bajo tu control, está bajo el control del otro.
- Hay alguna buena razón, que ni tú, ni yo entendemos, por la que el otro sigue siendo tal y como es.
Razones para aceptar al otro tal y cómo es:
Primero que nada, es importante comprender que aceptar al otro tal y como es, no significa que me tienen que gustar como es. Simplemente significa que ya no me perturbará que no sea o no viva como a mí me parece que debería de ser o vivir.
*Ojo: Hijos menores de edad no cuentan.
· Es más fácil lidiar conmigo mismo que con el otro. Si centro mi atención en aceptar al otro, en algún momento lo haré, porque depende de mí y no del otro.
· La decisión de aceptar a las otras personas tal y como son, no es para convertirme en Santa, ¡no! Sino, simplemente, para no gastar mi energía en algo que no dará resultados porque no está bajo mi control.
· Es preferible utilizar nuestra energía en algo que sí dará resultados. Por ejemplo: entrenar para esa esa maratón, aprender a hacer cupcakes, comenzar la maestría. Hasta cepillar a mi gato, “Cocoroco” es más productivo; ya que, genera bienestar, en lugar de la frustración que se consigue después de varios intentos fallidos por cambiar al otro.
· Enfocarnos en cambiar al otro, muchas veces es un mecanismo que utiliza nuestra mente para evitar que lidiemos con nuestros problemas. Es más fácil hablar de lo mal que está el otro y lo buena que soy yo porque me esfuerzo en ayudarlo, que enfrentar mis temas complicados.
Efectivamente, la práctica de la aceptación incondicional hacia el otro, cuesta y demanda esfuerzo. Pero, lo vale, porque termina convirtiéndose en una forma de vida que genera mucho bienestar.
Bienestar para uno por soltar temas que están fuera de nuestro control. Bienestar para el otro quien se siente respetado y aceptado tal y como es.
Además, esto es algo que si se puede, ya que depende de mí y no del otro; por ende, en más rentable utilizar nuestra energía acá.
Pasos para aceptar a las personas como son:
1. Reconoce el rol que asumes para “Cambiar al otro”
1.1 Salvador/a: Es esa persona que siente el llamado de salvar al otro de las desgracias de su vida.
Por ejemplo:
Te consigues ese enamorado “pelagato”. Todos a tu alrededor, ya te han advertido de él. Pero tú dices: “Es bueno, él quiere cambiar y yo le estoy ayudando”. Le das sermones semanales para que consiga trabajo, se aleje de la vida nocturna, haga ejercicio. En fin, para que construya esa vida “ordenada” y “provechosa”, que tanto quieres para él, pero jamás lo hace y no lo va a hacer, porque él no quiere esa vida, la que la quiere eres tú. Para hacerlo, él tiene que tomar la decisión, no tú.
1.2 Controlador/a: Es la persona que le gusta que todo esté hecho como él o ella quieren. Se parece al salvador, pero en lugar de pedirle al otro que cambie por su bien, le exige al otro que cambie, porque así tienen que ser.
Por ejemplo: Quedas con tu amiga, reconocida por todos por su impuntualidad, en encontrarse a X hora. Obviamente, como todo el mundo predecía, llegó tarde. Tú te molestas terriblemente con ella, porque “no debería de ser impuntual”. Pero lo es y lo será hasta que ella decida cambiar, no tú por ella.
1.3 Víctima: Es la persona que apela al malestar que le genera el otro para motivar su cambio.
Por ejemplo: Le dices a tu amiga impuntual: “Por tu culpa, por llegar tarde, no pude ir al cine.” Le dices a tu novio, pelagato, “Por tu culpa no me puedo concentrar y jalé el examen.”
2. En lugar de juzgar, comienza a conocerte un poco más.
Cuando comiences a criticar al otro, por las cosas que no hace y ti te parece que debería de hacer. Cambia las críticas por preguntas para ti.
Por ejemplo:
En lugar de criticar al pelagato por no querer conseguirse un trabajo serio. Pregúntate, ¿Por qué estás con una persona que no tiene la misma ilusión que tú, por un trabajo serio?
En lugar de criticar a tu amiga la impuntual, pregúntate: ¿Por qué insistes en quedar en una hora determinada con ella, si sabes que es impuntual.
3. Vuélvete curioso/a
Ábrete a otras perspectivas y comienza a comprender mundos distintos al tuyo y otras formas de vivir y ser en el mundo. Por ejemplo:
Desde la sana curiosidad pregúntale al pelagato: ¿Por qué no quiere un trabajo serio? y a tu amiga ¿Por qué no le importa llegar a la hora acordada?
Acepta la diversidad y agradécela. ¡Qué aburrido sería este mundo de no ser por la diversidad!
Lo que sí está bajo tu control cuando quieres que el otro cambie.
1. Sugerir, recomendar, aconsejar. Pero sólo una vez, no necesitas hacerlo más. Los consejos no pedidos caen mal.
2. Date cuenta de cuál es ese comportamiento en ti que refuerza la conducta que no te gusta del otro y cambia tú. Por ejemplo:
En el caso de tu amiga impuntual, no quedes con ella para un plan que comienza en una determinada hora, no le des opción a que llegue tarde. Dile que se encuentran a partir de X hora y no dependas de su hora de llegada.
3. Selecciona gente para tu vida que admires, que te guste su manera de ser espontánea y no tengas que cambiar. Si no te gusta que tu novio sea un pelagato, ya déjalo, nada te ata a estar con él.
Si la persona que quieres cambiar pertenece a tu familia o es alguien de tu trabajo y no depende de ti dejar de verlo/a, vuélvete curioso e intenta comprender su mundo y qué motiva esa conducta que a ti te disgusta tanto.
Probablemente esa tía que ves todos los domingos en el almuerzo familiar y sólo se la pasa hablando de lo mucho que logró en su juventud, pero jamás te escucha ni te pregunta cómo estás; espera con ansias el domingo porque por fin habrá gente la que escuche.
Si la conducta de esa persona, te genera daño comprobado, no hay ninguna razón para que sigas viéndola. Las relaciones tóxicas tienen que cortarse de raíz.
Finalmente recuerda que aceptar al otro tal y como es, es un acto de amor, pero de amor hacia ti. Porque te permite soltar el peso de aquellas decisiones que no te corresponden. Te permite ver a las personas tal y como son y escoger a quienes quieres tener en tu vida. Te permite enfocarte en los que si dependen de ti y así asumir el control de tu vida.